Llegó una nueva generación de prendas que se contraen en función de la temperatura y aíslan mejor del frío, entre otras funciones, las capas de invisibilidad son una de las tecnologías que se prodigan en la ciencia ficción.

No se descartan avances similares en el campo de la ropa inteligente en los próximos años, existen otras aplicaciones no menos sorprendentes a la vuelta de la esquina.

Además de funciones estéticas como cambiar de color, los investigadores están desarrollando una nueva generación de tejidos inteligentes que pueden cambiar la textura para mantener la temperatura corporal.

Tejidos inteligentes que cambian

Existen momentos en los cuales se sale a la calle, con ropa de más o de menos, de pronto está haciendo calor y un jersey parece ser grueso, o, por el contrario, un viento gélido te helaba hasta los huesos y te arrepientes de no tener el abrigo.

La respuesta ante estas vicisitudes meteorológicas se encuentra en unas fibras de elastómeros de cristal líquido, llamado FibeRobo, capaz de regular la temperatura corporal.

Características

Los tejidos inteligentes tienen la capacidad de percibir el entorno y responder a los estímulos, y lo hacen de dos formas: pasiva o recurriendo a fuentes de energía exógenas.

Las fibras del MIT pertenecen a la categoría de textiles inteligentes, ya que se contraen ante la baja de temperatura, esto redunda ante la capacidad de aislamiento térmico.

Cuando la temperatura sube, el tejido recupera su estructura original y todo esto sin necesidad de electricidad.

Otra de las ventajas de este tejido inteligente es que es compatible con otros textiles incluyendo fibras con conductividad eléctrica, se pueden utilizar señales eléctricas para contraer o expandir el tejido o voluntad.

Uno de los ejemplos de los investigadores es el de una prenda de ropa deportiva como un sujetador cuyo tejido se contrae al iniciar una sesión de entrenamiento.

La clave para lograrlo son las peculiares características del cristal líquido que pueden fluir como un líquido o asentar en forma de cristales con una estructura periódica.

Los desarrolladores de esta innovadora tecnología la han integrado en una red de elastómeros que se estira y contrae como una goma elástica. En presencia del calor, los cristales se desordenan y comprimen la red de elastómeros, con la que el tejido se contrae.

El proceso de fabricación permite afinar la respuesta térmica para adaptarla a la temperatura corporal y el nivel de contracción o expansión.

La producción de material textil ofrece numerosos retos, pero el equipo de investigación ha conseguido fabricar las nuevas fibras basadas en LCE recurriendo a la impresión 3D y piezas de precisión cortadas con láser.

El proceso consiste en calentar las resinas, generar hilos a través de unas boquillas y someterlas a radiación ultravioleta. Con esta técnica han logrado hasta un kilómetro de fibra en el plazo de un día.

En otras ocasiones de sofisticados tejidos con capacidades inalámbricas, pero la ventaja del material inteligente es que no requiere de sensores, circuito o dispositivo electrónico para ofrecer sus vanguardistas funcionalidades.

El coste de producción será reducido, las fibras podrán integrarse en los sistemas de fabricación actuales sin recurrir a nueva maquinaria.

 

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